En las últimas semanas hemos escuchado cómo algunos dirigentes izquierdistas plantean revisar a futuro los acuerdos del Gobierno español con la Santa Sede, cómo hablan de abolir los centros concertados y que tantos millones de euros ahorran al Estado o cómo muestran su firme intención de erradicar de un plumazo la casilla de ayuda a la Iglesia Católica que en la declaración de la renta y de forma voluntaria tachamos los españoles año tras año.
Tras esta batería de propuestas laicistas –que no laicas– y que sólo buscan corromper el orden de concordia establecido entre católicos y laicos en España, lo que verdaderamente está quedando patente es el nerviosismo de algunos por la guerra de guerrillas existente para enarbolar la bandera de la izquierda más radical.
Ahora que llega la Navidad, donde -aunque algunos quieran ocultarlo– celebramos el nacimiento de Cristo Rey, creo que es buen momento para volver a poner en el centro de nuestras vidas la verdadera esencia de una España que necesita recuperar sus valores tradicionales y que sin lugar a dudas, le han dado los mejores años de historia bajo un Estado aconfesional en el que todos tienen su espacio.
Me imagino a estos “nuevos” radicales de la izquierda erradicando de nuestras calles las cabalgatas de los Reyes Magos que en breves fechas veremos por nuestras calles por lo que su simbología real representa y verdaderamente me estremezco. Pero no. Más bien me imagino a algún dirigente que ahora ocupa muchas cabeceras informativas acompañando como cualquier otro padre a sus hijos a ver con ilusión a los magos de oriente, y cómo no, me viene a la cabeza la pregunta de por qué entonces tanto radicalismo y odio después. Quizás ellos lo podrían explicar, yo desde luego, sigo sin entenderlo.
IGNACIO SORIA ALDAVERO es Procurador del Partido Popular en las Cortes de Castilla y León